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Post by Camille Marcet on Oct 2, 2022 20:27:08 GMT
Su propio acto fue un revuelco de emociones, la mujer tocaba con la mirada fija al suelo o limitándose para entregar toda su finura y atención a cada nota, dejando que así la música fuera la voz de su corazón.
Cuando el pequeño recital terminó, Camille recargó su mejilla sobre el puente del cello y posó su mano con el arco en su rodilla. Al levantar su mirada a su único espectador se preocupó de inmediato al ver ese par de lágrimas.
— ¿Está todo en orden? — preguntó dejando sus cosas de lado. — Bueno... Su mirada acaba de decir lo que acallaron sus labios — se sentó a su lado tomándolo del antebrazo con delicadeza para darle un poco de confort — Me alegra que le haya gustado, en verdad me gustaría pasar horas tocando para usted pero tampoco quisiera atosigarlo con solo una actividad. Siempre será bienvenido a practicar conmigo o bien escuchar. —
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Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 20:31:50 GMT
◇──◆──◇──◆ - No se preocupe por favor. Todo está...perfecto, solo me ha conmovido. Mucho. - dijo, su piel volviendo a ponerse color fuego por ese sentimiento de vergüenza al mostrarse tan sensible frente a ella. Era algo que le habían reprochado siempre, que debía ser más frío, más piedra. Mostrar tus emociones tan a flor de piel podía ser peligroso, sin embargo esa voz se hizo cada vez más silenciosa y su rubor menor de vergüenza y más de...otra cosa, al sentir el tacto de la pelirroja con él en un intento de darle calma. Tal vez...no siempre era malo ser quien era. - A mi me encantaría escucharla por horas pero si, tampoco sería justo. - Sonrió. - Claro, recuerdo que me ofreció algunas lecciones pero le advierto que soy bastante torpe, por más que intentaron darme algo de educación musical. - rascó su cabeza algo apenado. La idea de que Camille le enseñara algo era suficiente para hacer que su estómago se sintiera ligero y lleno de mariposas, aunque también le daba miedo ser...más torpe por los nervios de tenerla a ella de tutora. - ¿Puedo? - Señaló el piano con una sonrisa nerviosa. - Así al menos...sabrá a los que se enfrentaría. - soltó una risa pequeña por lo bajo. Al tener su consentimiento se acercó al piano y se acomodó, volteó a verla una última vez y al contrario que ella, tenía que tener los ojos bien abiertos en las teclas. Recordó la única canción de su repertorio que había aprendido y tocado miles de veces, después de todo era una que su madre disfrutaba mucho. Sus movimientos torpes a veces hacia que tocara una nota incorrecta pero trataba de corregir de inmediato cualquier imperfecto. ◇──◆──◇──◆
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Post by Camille Marcet on Oct 2, 2022 20:34:20 GMT
—Los tropiezos son los que nos dan grandes lecciones y nos ayudan a mejorar — comentó tranquila antes de asentir para ceder a la petición del piano. —Por favor, adelante, es todo suyo —Se mantuvo sentada en el sillón sin romper su porte elegante al sentarse, emocionada de escucharlo. A pesar de los pequeños tropiezos, la pelirroja disfrutó con atención la melodía. Con una sonrisa tan sutil pero que llenaba su rostro de tranquilidad.
—Me siento muy afortunada de haber presenciado su número. — su rostro verdaderamente se veía radiante, como si aquella canción la hubiese llevado de nuevo a recorrer los jardines de la casa de Eros. — Se pintaba como menos pero para mí tiene un gran potencial en la música —
Tras un par de minutos más, se escuchó que llamaron a la puerta antes de abrirla, era una de las doncellas.
—Señorita Marcet, los caballos están listos para su paseo.—
—En seguida iremos, gracias Anne.— le contesto en lo que le daban una ligera reverencia para salir de la habitación. — Los establos están pasando los jardines aunque podemos tomarnos más tiempo si así lo quieres —
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Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 20:38:59 GMT
- ¿En serio? - preguntó, realmente feliz de haber hecho una buena impresión en la mujer. La forma en que criticaba su música no era producto de una falsa modestia, al contrario, siempre le habían inculcado una perfección desmedida en todo. Si no era bueno en algo se sentía...culpable y esas notas en las que había fallado eran la prueba de porque no se había dedicado de llenos a esos estudios. Se había quedado solo con las cosas en las que destacaba y se le daban bien, para la música debía concentrarse mucho y terminaba sin disfrutarlo, pero en ese momento lo hizo. Tal vez porque solo buscaba pasar un buen rato, a veces olvidaba que podía hacer las cosas por el puro deseo de querer hacerlas. - Bueno, le agradezco también por haberlo escuchado. Al menos ahora me sentiré menos vergüenza de robarle su tiempo para enseñarme un poco. - admitió con una sonrisa brillante.
Cuando escuchó que los caballos estaban listo sintió un pequeño nervio en el estómago, al menos de piano había recibido lecciones pero aquello si era algo completamente nuevo para él y de nuevo ese sentimiento de perfección lo alcanzó de golpe. Era difícil quitarse su educación de un momento para otro. Se levantó y ofreció su brazo a Camille. - La verdad es que estoy emocionado - nervioso - por ver los caballos, así que si no le molesta podemos ir yendo. - dijo, con otra sonrisa tranquila en su rostro sin demostrar los nervios tan fuertes que en verdad sentía. - Dicen que los hipogrifos somos mitad caballo, mitad águila... ¿Tal vez eso ayudé a que me tomen como amigo...? - preguntó, bajito e inseguro. Más para si mismo que como una pregunta real.
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Post by Camille Marcet on Oct 2, 2022 20:40:37 GMT
Una tierna sonrisa se dibujo en su rostro al saber que al menos se sentiría en más confianza de dejarse llevar por la música en un siguiente encuentro o bien el que pudiesen pasar el tiempo practicando y jugando con las melodías en conjunto.
Su rostro no mentía, se sobresalto al verlo levantarse de inmediato para ayudarla. Al menos en su cabeza revoloteaba la idea de quedarse jugando en el estudio hasta que el joven lo decidiera. No tardó en corresponder el gesto, envolvió su brazo con el contrario. — No me molesta en lo absoluto. Le prometo que las vistas de los jardines mientras se anda a caballo lo hace como un cuento de hadas. —
La pelirroja reanudó el recorrido de la casa para terminar en los establos, todo el camino habló ensimismada de lecciones que había tenido de pequeña con la equitación, la cual tuvo que dejar un poco de lado cuando estudio la universidad y se casó. Se le notaba radiante de que lo llevase de acompañante aquella tarde.
—Henos aquí — dijo emocionada viendo a Eros seguidamente al cuidador. —Gracias por prepararlos, yo me encargo desde aquí— el hombre se retiro con una ligera reverencia, dejándoles dos yeguas una Andaluz y un Frisón.
— ¿Qué le parece? — preguntó Camille en medio de las yeguas tomando las de las riendas.
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Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 21:29:30 GMT
- Me encantaría verlo por mi mismo, entonces. - dijo, mientras salía del estudio. Observó fascinado a la pelirroja mientras le contaba las historias de sus enseñanzas. Aunque el no había tenido el mismo tipo de lecciones, seguía notando las similitudes de sus crianzas. Llenas de responsabilidades, expectativas y cosas que se debían y no hacer para mantener cierto nombre en la familia, aun así pudo notar como sus ojos brillaban un poco ante la mención de los caballos. Parecía algo que en verdad disfrutaba y eso fue suficiente para hacerlo sentir el estómago y sus pasos ligeros. Sonrió todo el camino en su compañía, pero al llegar al establo comenzó a volver a sentir esos nervios que ya lo habían asaltado varias veces durante el día. Observó a los hermosos animales con una mirada fascinada y ojos brillantes. - Son más grandes de lo que pensé. - admitió, nervioso. Dio un par de pasos hacia la frisón, su pelaje le había cautivado pero en cuanto se aproximó la yegua hizo sus orejas hacia atrás molesta y sacó aire de la nariz. Eros abrió sus ojos de más y retrocedió, sintió como de sus manos unas pequeñas plumas salieron por instinto. Algo que había aprendido a controlar hace mucho tiempo pero ahora tal vez había bajado la guardia, probablemente por la confianza que Camille le imbuía. - Ah...creo que no le agrado a esa. - tragó saliva y observó a la andaluz, sintiendo de nuevo un nervio terrible...¿Y si no le agradaba tampoco a esta? Dio un par de pasos mucho más lentos y la única reacción de la yegua fue voltear a verlo, estiró su mano y permitió que colocara una mano en su cabeza. - Creo que ellas han escogido por mi. - le dedicó media sonrisa a la pelirroja. - ¿Tienen nombre? - Preguntó con curiosidad, sin dejar de acariciar a la yegua que lo había aceptado...un poco mejor.
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Post by Camille Marcet on Oct 2, 2022 21:45:38 GMT
—Que su tamaño no le imponga, son más dóciles de lo que parecen — su comentario no duró tanto pues tuvo que llevar una mano al cuello de la yegua negra para apasiguar un momento su temperamento. — Oh Eros, discúlpala, podrá ser algo temperamental al inicio pero conforme la conozca será más dócil. —
— Aquella es Magdalena, es muy tranquila y cariñosa. Y ella es Pandora, es muy temperamental pero no es mala yegua. — fue contándole sobre ambas para terminar por anclar uno de sus pies a la silla para subirse a Pandora.
— ¿Está listo?, Daremos un paseo por la propiedad y por los jardines. Igual sabe que podemos parar en algún otro lado si así lo desea, es mi invitado y para mí es todo un honor pasar la tarde con usted.— dijo suavemente con una sonrisa ligera, en ambas manos llevando las riendas y girando alrededor de él con Pandora esperándolo.
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Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 21:50:46 GMT
- No se preocupe, entiendo que soy un desconocido para ella. Está en su derecho de rechazarme. - Comentó con una ligera sonrisa, observando con cierta devoción en sus ojos como la mujer se veía al lado de aquel imponente animal. Su caballera roja al lado de ese brillante pelaje oscuro como la noche. Se había quedado un rato observando sin decir mucho hasta que las presentó. - Magdalena, un gusto. - Se presentó con la yegua que lo había aceptado más fácilmente. Incluso se animó a tocar un poco su cabeza lo cual no parecía molestarle al animal. Observó como la pelirroja se subió a su yegua y probó su suerte al hacer lo mismo con la propia, a pesar de no ser algo a lo que estaba acostumbrado su agilidad natural y la calma del animal ayudó a que se subiera sin muchos problemas. - Buena chicas. - susurró agradecido a Magdalena, por no hacerle quedar muy mal frente a Camille. - Por supuesto, el honor es mío de permitirme ver su casa. - dijo, sonriente. Intentó hacer que Magdalena avanzara un poco pero la reacción del equino fue trotar con fuerza. - ¡¿Ah?! ¡Espera! - dijo pero no sabía como detenerla.
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Post by Camille Marcet on Oct 2, 2022 21:53:14 GMT
La mujer se detuvo al lado de él esperándolo, dejando ver que portaba con ella en su cabello aquel broche dorado que le había dado en la otra ocasión. Con la comisura de sus labios ligeramente curveada en una sonrisa muy serena, viendo como había montado a la yegua, le había parecido una imagen bastante tierna de parte de él, lo había visto ligeramente nervioso pero igualmente estaría para él en el caso de que así lo requiriera.
— Entonces comencemos —dijo tranquilamente antes de ver como su compañero había tenido un arranque más abrupto. — ¡Eros! — le llamó algo preocupada por la fuerza pero a sus ojos, terminó negando entre un par de risas tímidas, indicándole a Pandora que alcanzara el paso de sus acompañantes.
— Vaya que ansiaba salir de una vez al paseo, tiene un buen manejo con los equinos — hablaba entre pequeñas risas divertidas y con un poco de sarcasmo muy sutil trotando con la misma intensidad que él, pero no tardaría en marcarle el paso a ambas yeguas para que una siguiera a la otra. — ¿Le parece si recorremos los jardines para que demos toda la vuelta hasta los viñedos? Igual podemos hablar de camino, ¿No cree?, Espero no haberlo metido en problemas después de lanzarnos a la piscina el otro día. —
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Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 21:56:43 GMT
Sus ojos se abrieron sorprendidos cuando un brillo dorado captó su mirada, al voltear y observar el broche que le había dado una tenue sonrisa apareció en su rostro. Lástima que no pudo hablar o decir algo más antes de que Magdalena decidiera llevarlo de paseo. A pesar de que no podía controlar mucho al animal su trote no era violento o en excesivo rápido, aun así comenzó a sentirse nervioso de estar haciendo algo terriblemente mal desde el principio. La espinita de esa perfección volvió a calar un poco en él, hasta que Camille llegó a su lado y logró hacerlo reír ante su broma. - ¿Se nota? La verdad es que secretamente soy un corredor profesional. - bromeó, asintió agradecido al ver que la yegua estaba más tranquila. - Aunque usted si que lo tiene, ha controlado a las dos yeguas sin ningún problema. - dijo con una gentil sonrisa en su rostro. - Por supuesto, me encantaría ver su jardín. - dijo, recordando esa visión de aquella bella mujer en el jardín de su madre. Comenzó a avanzar un poco más seguro teniendo a Camille a su lado, negó un poco con la cabeza. - No, creo que al final se sorprendieron un poco nada más. Tiendo a ser mucho más...¿tranquilo? - soltó una pequeña risa. - Después de todo lo que pasamos esos días no les molestó que me pudiera relajar un poco. - Acarició un poco los crines de Magdalena que ahora seguía un paso constante y tranquilo. - ¿No se ha metido usted en problemas por desaparecer unos días? Me imaginó que...todos estaban preocupados. - su mirada se elevó un poco, mientras recordaba a aquella pequeña niña con la que Camille estaba jugando. - Tal vez si hubiéramos investigado más podríamos haber encontrado su casa y avisar pero...tampoco quería invadir su privacidad. - Y a pesar de las preocupaciones que pudo haber causado, una parte de él se alegraba de que hubiera conocido a esas personas y a ese hogar porque Camille lo había invitado, voluntariamente.
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