|
Post by Camille Marcet on Sept 30, 2022 0:58:51 GMT
Tras aquella agradable velada en el café, no cabía en sí misma la emoción latente por su siguiente encuentro. Tenía varios años sin poder abrirse a alguien para expresar sus gustos y soltar un poco las riendas de su vida para ver por dónde la llevaría ahora el destino, era cansado tener que fingir ser propia y que los sentimientos en su vida no la gobernaban, una mujer de hierro como diría su madre. Sin embargo fue ahora la pelirroja quien le extendió la debida invitación al joven Valentine a cabalgar y pasar la tarde como un invitado importante al domicilio de la doctora Marcet. Una casa que lo recibiría desde un portón y muros altos embellecidos con enredaderas. Con una larga entrada por jardines y espacios inmensos, podría divisar la mansión de estilo victoriano con algunos tintes góticos con bastante facilidad. Para algunos sería un hogar frío a la vista, incluso lúgubre teniendo en cuenta lo vivaz del color que acompañaba a la dueña además del dulzor de su ser. El lugar estaba lleno de sirvientes, doncellas y un ambiente tan tranquilo que gobernaba los alrededores a pesar del día que pintaba en tonalidades grises, siendo el cantar distintivo de cuervos a las lejanías y un par de risas sutiles las que endulzaban los oídos. Sin dudarlo era la risa de la doctora Marcet junto con el de una niña pequeña. En uno de los andadores de la mansión yacía la mujer de cuclillas hablando con una pequeña vestida de una forma más sencilla al de la mujer, entre las manos de ambas había una mariposa azul brillante que abría y cerraba sus alas hasta que decidió emprender su vuelo. — Venga, a despedirnos de la señorita mariposa, debe volver a casa — hablo con un tono sereno y dulce. — ¡Adiós, señorita mariposa! — repitió la niña con más ímpetu
|
|
|
Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Sept 30, 2022 1:20:37 GMT
Todavía no podía creer que aquella hermosa mujer que había conocido en circunstancias muy inusuales hubiera aceptado su invitación a tomar un café. Creía que aquella cita reunión había salido bien, aunque se hubiera sentido nervioso prácticamente todo el tiempo y dudado si estaba hablando mucho o poco, si había dicho alguna tontería, si después de eso podría...volver a verla. Porque no importaba lo poco que se conocían y habían visto, su separación siempre era amarga y dolorosa para él. Por eso cuando ahora él recibió una invitación para ir a su casa no cabía en la emoción, era otro paso más para conocerla en un ambiente que era de ella y solo de ella y ahora en una circunstancias alegres y que no incluían recuperarse de heridas provocadas por vampiros.
Dentro del coche logró ver la hermosa casa, todavía indeciso no abría la puerta del auto. Opal lo observó a través de sus letras que brillaban tenues, su mirada verde recorriendo el rostro del joven rubio. - Eros. - Lo llamó por su primer nombre, algo inusual en el demonio. - ¿Estás seguro? Nunca haz cabalgado en tu vida. - dijo, tono monótono pero que tenía un pequeño toque de curiosidad. - Si, vengo a aprender. Aparte mi padre me ha enseñado que no se debe rechazar una invitación hecha con tanta formalidad. - bromeó un poco y tomó aire, abrió la puerta del coche y se despidió tanto de Opal como del conductor. Había convencido a su padre de no enviarle un guardaespaldas con él, quería sus momentos a solas con Camille y llevar invitados de más se le hacia grosero. Al llegar lo recibieron y lo guiaron hasta donde se encontraba la doctora. Con una sonrisa inmensa comenzó a avanzar en su dirección a pasos algo acelerados, sin embargo al ver la escena frente a él se quedó quieto como piedra. Sus ojos se abrieron brillantes y sonrió ante una visión que hizo que un deseo profundo se instalara en su corazón, como si estuviera viendo una escena de su futuro. Se quedó viendo a ambas con ternura, sin moverse.
|
|
|
Post by Camille Marcet on Sept 30, 2022 5:37:51 GMT
Una de las doncellas de la casa llegó a paso apresurado con la doctora y la niña, haciendo repetidas reverencias apenada y tomando la mano de la pequeña, dejando escuchar una disculpa de su parte y a la pelirroja negándola con una sonrisa. La doncella y la niña hicieron una reverencia a la doctora para luego percatarse del invitado.
—B-buen día — dijo la doncella haciendo una reverencia con la cabeza gacha y la pequeña imitando la para regresar al interior de la mansión.
Al verlas marcharse, la mirada de Camille terminó sobre el joven Valentine, una mirada cálida y suave.
— Me alegra el alma ver qué aceptó mi invitación, Eros — comentó mientras se acercaba a él para saludarlo de una forma más apropiada. — ¿Cómo se ha encontrado últimamente?... Se que no ha pasado mucho desde la última vez que nos vimos pero me es grato contar con su presencia de nuevo. —
|
|
|
Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Sept 30, 2022 18:24:27 GMT
- Buen día. - dijo con tono amable y correspondiendo la reverencia con la propia. Sintió como el aire se le iba mientras se acercaba a él, siempre en sus adentros se sentía como la primera vez que la veía aunque, como ella decía, no hubiera pasado mucho tiempo. - Por supuesto, no me hubiera perdido por nada volver a verla. - dijo, en pocos momentos se dio cuenta de los directo de su comentario y sintió la sangre subirse a su rostro hasta sus orejas. - A-aparte nunca he cabalgado, aunque se podría decir que es un poco irónico pero...he estado bien, todo tranquilo por fortuna. ¿Y usted? No la he saludado antes porque no quería interrumpir la despedida a la señorita mariposa. - dijo con un tono sumamente tierno y una sonrisa cálida, al haber visto ese lado tan maternal de Camille fue como si un pequeño fuego se encendiera en su pecho. Un fuego que amenazaba con seguir creciendo.
|
|
|
Post by Camille Marcet on Oct 1, 2022 1:56:59 GMT
Parpadeó develando un rostro de asombro por el comentario tan directo, realmente no esperaba una reacción tan deseosa de parte del rubio por tener aquella necesidad remarcada. Sin contar el sonrojo que acompañó al joven que solamente sumaba más a su actuar. La pelirroja bajo un poco la mirada mientras el se asomaba sutilmente con una sonrisa tímida negando un poco, le fue inútil tratar de disimular lo que había escuchado escaparse de los labios ajenos.
— Eso fue bastante lindo de su parte... Y no tiene de que preocuparse, August mi mentor de equitación desde hace años le dará las indicaciones generales y yo estaré al pendiente de usted también — aclaró antes de volver a verlo directo a los ojos.
Su rostro se llenó de una sorpresa y un brillo natural percatarse que la había escuchado en un momento bastante revelador por parte de su vida personal. La maternidad. Un sueño tan bello que con los años se había ido desvaneciendo. Aclaró su garganta algo nerviosa y paso algunos mechones detrás de su oreja, aquel día si que la estaba tomando en curvas, parecía ser más abierto a medida que convivía con él.
— Es solo que la pequeña estaba llorando por estar lejos de su madre, se había ocupado con algunos mandados y me tomé el tiempo para jugar con ella y distraerla de ese momento amargo.— sin pensarlo mucho, se tomó del brazo del rubio — ¿Le parece bien si le doy un recorrido por la casa en lo que ensillan a los caballos?—
|
|
|
Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 17:52:56 GMT
El hecho de que sonriera y se sonrojara un poco junto con él solo hizo que su propio bochorno aumentara. Se sintió por un momento como un chiquillo nervioso que podía darse el pequeño lujo de sentirse tímido y directo con una mujer que el mismo...había escogido. Negó con la cabeza para si mismo y correspondió aquella sonrisa tímida con una propia. - Entonces me siento tranquilo y a salvo. - comentó, con esa pequeña sonrisa aumentando de tamaño.
- Se veía que estaba muy feliz. En mi casa no hay niños en realidad, le dan mucha vida a un lugar...¿No cree? - preguntó, mientras recibía su mano con mucha naturalidad en su brazo, como si siempre hubiera pertenecido ahí, aunque eso no evitó que su corazón diera un brinco al sentir el contacto cercano. - Nada me gustaría más que ver su bello hogar acompañado por usted. - Asintió y cerró sus ojos unos momentos. Volteó la vista enfrente para comenzar a caminar, observando de reojo a la pelirroja. - ¿Todo sigue bien...verdad? ¿Nada raro...o? - preguntó, desviando un poco la mirada. Había pasado ya tiempo del accidente en el hospital pero como uno de los atacantes había logrado salir se quería asegurar que todo estuviera bien con ella. Jamás se perdonaría si algo le pasaba.
|
|
|
Post by Camille Marcet on Oct 2, 2022 20:02:46 GMT
— Geraldine como algunos otros niños en la casa son bienvenidos a pasar el rato aquí mientras sus padres trabajan. No me gusta limitar a las doncellas a traer a sus hijos, puede ser muy difícil cargar con la preocupación de dejarlos lejos o con el pendiente si estarán bien... mejor tenerlos a la vista en un lugar seguro — su mirada se fijó en la lejanía, viendo a la pequeña rubia andar emocionada de la mano de su madre. — Y claro, concuerdo contigo, es tan lindo escuchar las risas de los pequeños llenando el lugar —
Comenzó a andar del brazo con él, recorriendo los pasillos principales de la mansión, sintiendo su mirada sobre ella, para igualmente tornar un poco su rostro para verle mejor.
— Le mentiría si dijera que mi hogar es una fortaleza impenetrable, pero hasta el momento no he visto señales o indicios de que haya algún movimiento sospechoso. — hizo una mueca de disgusto con la nariz, el recuerdo de aquellos hombres y su naturaleza no hacían la situación para nada fácil. — Pero no tiene de que preocuparse, no tendrían para nada fácil el intentar hacer algo aquí —
Con una sonrisa más confiada, afianzó el agarre de su brazo, guiando al joven hasta una de las multiples puertas de los pasillos, en la cual se detuvieron en frente. La pelirroja se soltó haciendo un ademán en invitación para que el chico se abriera paso.
— Este es mi lugar favorito de la casa y en donde más paso tiempo —
Lo había llevado hasta un estudio en donde el techo parecía querer alcanzar el cielo. Las paredes tapizadas de libreros repletos, un par de sillones bastante cómodos y lo más importante, un piano de cola al lado de un estuche grande, era claro que era un cello.
|
|
|
Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 20:05:58 GMT
- La verdad es que si, les quita un gran peso de encima. - respondió, algo sorprendido, y a la vez no, del trato tan bueno y cariñoso que tenía Camille con sus empleados e hijos. Le recordó a su madre y la forma en que siempre pensaba en los demás y sus necesidades. Una costumbre que no parecía muy común entre las personas de sus clase, varias veces había sido testigo de los malos tratos de los socios de su padre a otros y eso era algo que no podía tolerar ni concebir. - Debería decirle a mi padre que permitiera lo mismo, hay muchas habitaciones y espacios amplios donde podrían jugar. - dijo, pero luego pensó que...no había muchos niños en casa porque muchos de los que estaba bajo su cuidado no tenían familias. Apretó un poco la mandíbula pero disimuló con una sonrisa.
- Lo entiendo y me alegro que sea así. Igualmente cualquier cosa que pase sabe que es libre de pedirme ayuda, es más...espero que lo haga. - respondió, con un tono mucho más firme que el que usualmente usaba. Al final sonrió para no forzar mucho ese tema que podía ser algo tenso, quería pasar un día tranquilo con ella y no pensar en esos temas que se asemejaban mucho a sus futuras responsabilidades.
Se sintió guiado por la casa en una felicidad que aumentaba con cada minuto en compañía de la pelirroja, incluso con esa pequeña pero necesaria separación sintió la necesidad de tenerla cerca de nuevo pero la dejó ser. Sonrió y acepto la invitación con un gesto, abriendo sus ojos ante aquel lugar que le mostraba. Que bien podría ser un reflejo de ella misma. Elevó la mirada hasta el techo y observó con detenimiento los libros, los muebles, los colores. Su mirada terminó por posarse en los instrumentos y volteó a verla con una sonrisa más amplias. - ¿Me va a mostrar sus dotes en la música? ¿O es mucho atrevimiento de parte de su invitado pedírselo? - Había un brillo singular en sus ojos, como el de alguien que ruega por un dulce.
|
|
|
Post by Camille Marcet on Oct 2, 2022 20:11:17 GMT
La mujer asintió ante el ofrecimiento de su ayuda en el caso de que algo raro volviese a suceder como la noche del hospital pero al menos por esos momentos no extendería el tema por aquella reunión tan esperada por parte de ambos. Dejó que él pasara primero al estudio, pasó con calma para cerrar la puerta y que no les interrumpieran el momento. Ella misma se adentró dando una vuelta por el espacio hasta detenerse al escucharlo. Esbozó una sonrisa de oreja a oreja con ese rubor tan sutil que pintaba sus mejillas como un atardecer a las nubes. — Si el público así lo pide, ¿quien soy yo para negar un poco de música? — dijo entre ligeras risas nerviosas — Ponte cómodo — lo invitó mientras se agachaba, quitando los seguros del estuche de su cello. Sacó el instrumento y jaló con el pie una silla que había para tomar asiento. Tardo un par de minutos en acomodarse y calentar un poco sus dedos. — Espero sea de su agrado — dijo levantando un poco la mirada de forma juguetona y con un brillo bastante especial para terminar cerrando los ojos conforme comenzó a tocar la melodía.
|
|
|
Post by Eros VIII Aeneas Valentine on Oct 2, 2022 20:25:41 GMT
Sonrió a la par que ella, sintiendo también el nervio de la anticipación crecer en su interior. Se sentó en uno de los sillones cercanos y así como se lo había indicado se pudo cómodo, aunque siempre con una postura recta que se le había inculcado toda su vida. Observó sus movimientos ya como si fueran parte del "acto", la forma en que abría el estuche, en que tomaba el instrumento y se sentaba, como movía sus dedos para calentar. Desde ese momento ya parecía estar en un trance profundo donde ella dictaba las normas y el sería solo un simple espectador a su total merced. Sonrió de nuevo cuando lo observó, pero incapaz de responder se dejó llevar por aquella sensación placentera de verla tocar.
¿Cuánto había durado la canción? ¿Segundos? ¿Horas? Sintió el tiempo congelarse y expandirse en todas direcciones. Un momento tan íntimo y efímero como ese no podía describirse, había intentado prestar atención a sus manos, al instrumento, a la música pero al final todos sus sentidos se habían centrado en su bello rostro concentrado que se dejó llevar por la melodía. Sin darse cuenta su postura había cambiado y se había inclinado hacia el frente. - Eso fue muy...muy bello. Perdón creo que no tengo palabras para describirlo. - no, no tenía palabras, pero dos pequeñas lágrimas recorrieron sus mejillas. - Ah...lo siento, me...- Aclaró su garganta y se limpió con el dorso de su mano. - ¿Creo que eso lo dice todo verdad? - dijo avergonzado, desviando un poco la mirada.
|
|