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Post by Camille Marcet on Jun 3, 2022 0:18:05 GMT
Se detuvo cuando abrió la puerta del coche sin entrar aún en el, ladeando un tanto su rostro al moreno, cuyo ofrecimiento y atención fue bien recibida pues facilmente pudo ver un ligero cambio en la mirada de la mujer. De lagos melancólicos y penas ahogadas, un ligero brillo del alba acompañó sus luceros y una sonrisa entregada al sosiego fue su respuesta, era un semblante honestamente agradecido. Sin mucho más subió al auto dejando su bolso en el asiento de copiloto y asegurando sus cosas antes de partir. Pasó sus dedos delicadamente sobre sus lagrimales para borrar cualquier rastro de rebeldía que había tenido momentos atrás. "No puedes dejar que tus emociones ganen, tienes que controlarte". Su vista se desvió hacia el bosque tan oscuro y denso que seguramente ocutlaba más de un secreto, donde únicamente las copas de los árboles serían testigos de lo que allí ocurre. Los delirios y estragos internos de la pelirroja le provocaron ver una ilusion, de unos ojos muy brillantes en medio de la oscuridad de la parte trasera de su automovil, haciendola girar violentamente cuando en realidad no había nada más. Negó frotandose los ojos y llenandose más de determinación para indicarle al chico que estaba lista para emprender el viaje. "Déjalo ir" El viaje fue bastante tranquilo, con un cuarto de la ventana abierta, pudo sentir el aire gélido acariciar su piel para dejar aquella mente atormentada en blanco. Decidió enfocarse en el follaje de la zona, "¿Como podría vivir hasta estos lugares sin sentirse vulnerable?... Aunque como tal puedes desaparecer de todo", terminó por entrecerrar los ojos con curiosidad viendo la camioneta abrirse paso por aquella subida. Por un corto periodo de tiempo cerró los ojos para descansarlos hasta que sintió como ambos se habían detenido; su ceño fue el primero en reaccionar confuso pues no veía más que algunos contenedores y el espacio para los coches sin una casa alrededor, ni siquiera como las cabañas en las que había visitado se veía algo similar. Al ver a su acompañante acercarse al auto se inclinó un poco sobre el asiento de copiloto para recoger su bolso y bajar tras su invitación; acto seguido para abrir la puerta trasera y bajar una maleta pequeña con sus cosas. — Muchas gracias por traerme y dejarme quedarme hasta encontrar una solución — agradeció peleando aún con el viento revoloteando su cabello y sacando parte de este de la trenza. — Tendré cuidado — El verla pelear contra la naturaleza y su impecable orden era una clara muestra de negación a dejar ir un poco su ser, con los tintes de querer quedar aparentemente bien presentada. No era el porque en realidad se viera mal, pero eran esas manías que cargaba a lo largo de su vida. Avanzó junto con él, viendo por donde pisaba bastante insegura y algo tensa, pues esa clase de terrenos no eran su especialidad; ella acostumbraba a pisos firmes y lo más "similar" eran los jardines de elegantes casas de amistades familiares de renombre o algún piso resbaloso en el quirófano. "¿Qué tan dificil puede ser?, voy muy bi-" sus pensamientos se vieron interrumpidos con un sentimiento de vacío repentino en sus entrañas y un pequeño grito en preparación a un impacto, provocando que cerrara fuertemente los ojos. Su botín había resbalado de uno de los escalones pero el golpe nunca llegó, al abrirlos poco a poco vio al pelinegro deteniendola con bastante agilidad. — Vaya... no creí que estos escalones fueran tan traicioneros — carraspeó y con su ayuda se recompuso — Si que debe tener mucho cuidado con estos... gracias por atraparme — entre el frío y la vergüenza, parte de su nariz, mejillas y orejas estaban sonrosadas. A la distancia de la pendiente se podía divisar una cabaña en medio de la naturaleza, viendo por fin donde habitaba Carrey. — Debe ser muy tranquilo vivir aquí, afortunado a mi parecer — comentaba mientras continuaba bajando con aún más cuidado de no volver a repetir aquel desliz.
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Post by Carrey on Jun 3, 2022 1:48:29 GMT
La forma en que se movía, hablaba, incluso en cómo lo observaba, le dejaba ver que aquella mujer para nada debía estar en ese lugar. Al menos no en uno tan poco lujoso. "Marcell?... No, Marcet, Marcet. Marcet? Debo revisar la biblioteca cuando lleguemos" Él estaba sucio, sudado, ensangrentado, con su cabello moviéndose a lo que ordenara el viendo ahora que no tenía su liga, era un desastre físicamente y no le importaba, pero con ella, quien a pesar de verse tan perfecta a sus ojos, no la notaba para nada cómoda. Por su bien, deseaba que la espera para que pasaran a ayudarla no fuera a ser muy larga.
— No agradezcas, lo mejor hubiera sido que te llevará a la ciudad más cercana… — Se encogió de hombros al decir aquello, claramente no orgulloso de su decisión.
Caminó detrás de ella junto con la pequeña maleta que le había dado, en todo momento fue delante de ella a lo largo de la bajada, mirando de reojo hacia atrás de vez en cuando para asegurarse de que todo estuviera bien, algo que claramente no era de del todo acertado, ya que se notaba que no estaba muy cómoda yendo entre pasto y viejas losas mohosas.
Fue en una de sus revisiones de reojo cuando ella resbaló, el justo haberla volteado ver le dio el tiempo de sujetarla con su mano libre. — Woo Camy… lle —completó su nombre— ¿Estás bien? — La tomó del brazo al comienzo, pero terminó aferrándose a ella desde su cintura pero por la parte baja de su espalda en lo que él subía unos escalones más. No hizo mueca alguna delante de ella, pero al ponerse en su espalda para dejarla bajar primero, no pudo evitar sonreír con cierta ironía, pues sería mentira decir que no era algo que sabía que pasaría.
— Iré detrás de ti por cualquier cosa y… — Pudo sentir un ligero apretón en su cárdigan desde la espalda. Sujetó la tela de su ropa por si aquello volvía a pasar, así ya estaría un paso adelantado, pero por suerte aquello no fue necesario.
Conforme se fueron acercando a la caballa, luces blancas del exterior se encendieron al detectar el movimiento de ambos. Eran gran faroles que estaban en la zona; techos e incluso algunos árboles, encendidos volvían más amena la vista de aquella cabaña y sus alrededores que antes parecía un lugar embrujado.
Estando frente a la puerta abrió el lugar para que ella pasara, aunque él no dio paso dentro la vivienda, solo metió a la cabaña las cosas de ambos, en la pura entrada. Apenas entrando había una pequeña sección de madera, parecida a la entrada de una vivienda japonesa; con armario, zapatero y gabinetes para dejar cosas. No era ansiático y se le notaba fácilmente en sus facciones, pero se había inspirado en esa cultura ya que tenía la manía de andar descalzo en la casa y le gustaba la lógica de no meter suciedad dentro de su hogar que ya de por si se empolvaba fácil.
— Bienvenida… Acomódate donde quieras, prende y toca lo que quieras, toma de la cocina lo que quieras, siéntete como en casa básicamente —rió bajo— Yo voy a usar la regadera de afuera, necesito un buen baño frío que me devuelva a la vida —señaló hacia un lado con su pulgar— Pero el baño para humanos decentes está al fondo, puedes usarlo si gustas, solo deja correr el agua un momento y eventualmente saldrá caliente… Claro que, si quieres la experiencia de un baño frío en medio de un ventarrón, eres bienvenida... —Abrió sus ojos un momento, cayendo en cuenta de que había dicho algo malinterpretable.
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Post by Camille Marcet on Jun 3, 2022 3:53:07 GMT
— S-Si, todo bien — carraspeó — Si de algo estoy segura es que su pelea no afectó sus reflejos — Pasó al frente siendo guiada por él, estaba segura de que había estado cuidando cada uno de sus pasos. No pudo evitar detenerse al sentir el apretón sobre su cardigan como un cinturón de mochila como el que le colocaban a los niños para no alejarse demasiado; apenas llegó a ver al moreno por encima del hombro apretando sus labios y dejando caer sus brazos negando un poco, dejando escuchar una risa algo contenida por ella y el ligero movimiento por su respiración antes de seguir avanzando ahora mejor cuidada. — Prometo no hacer otra caída libre por estás escaleras — dijo bromeando. Carrey pudo ver un ligero sobresalto de parte de la pelirroja al mismo tiempo que las luces se encendieron, si bien ella creía que así como las escaleras encontraría los alrededores, un prejuicio más añadido a la bolsa por su parte, dandose cuenta al momento de esos pensamientos suyos, se sintió disgustada de si misma pues se le figuró a lo que su madre solía hacer. "Déjalo ir, déjalo ir" Asintió como agradecimiento cuando la dejo pasar primero, detenida en la entrada mientras su mirada se paseaba por toda la cabaña. A diferencia de las que eran turísticas, esta cabaña era sencilla pero mucho más acogedora que donde paso su descanso. Seguía con sus ojos envinados a las direcciones que daba pero antes de poder comentar algo, sus labios apenas se separaban , con los ojos bien abiertos por su "ofrecimiento". — Ya veo... Ehm, creo que declinaré el agua fría y me quedaré en el baño — contestó notablemente más nerviosa y las orejas rojas — Aunque, tenga cuidado, con este frío no querrá enfermarse tampoco — mordió un poco de su labio de forma discreta ante el no saber cómo actuar — Después de los baños podría tratar sus heridas — Dió unos pequeños pasos hasta tomar su maleta, para buscar huir al baño. ¿Había entendido mal?, ¿Le había hecho una propuesta? Eso no le hacía ningún sentido a la pelirroja.
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Post by Carrey on Jun 3, 2022 4:47:02 GMT
Pensó que corregir su error solo lo haría más evidente, pero inevitable fue que torciera sus labios cuando ella se alejó, ya que por la cara de la pelirroja, claramente había tomado mal sus palabras lo que ya se esperaba. “Mierda, no estamos en situación para malos entendidos de ese tipo”, se agarró la cara un momento, pero terminó encogiéndose de hombros con la mirada al techo del pórtico, “Ya qué”, fue lo que pensó resignado.
Esperó a que ella entrara en el baño para empezar a caminar por el lateral del pórtico de la casa, para dirigirse hacia la ducha. Si bien el viento era fuerte hasta el punto de hacer silbar las ventanas, igual pudo escucharlo caminar por alrededor de la cabaña. Estando desde la sala o cocina se le podía ver, aunque no muy claro por la oscuridad.
Empezó a desvestirse y colgar todo en el espacio de la regadera improvisada, completamente desnudo se dio cuenta que tal vez no había sido la mejor idea ya que de por si el clima estaba frío, no imaginaba que el agua fuera a estar mejor. Tardó algunos minutos entre decidias; estaba recargado dentro de la regadera, cruzado de brazos y con los ojos cerrados.
— Mierda, lo haré! — Se animó a sí mismo para pararse frente a la regadera y abrir de golpe el agua.
“WOOOOOH” fue el grito que dio cuando la fría agua de su regadera recorrió su cuerpo, erizándole la piel a un punto hasta doloroso. Su alarido fue entremezclado con dolor y adrenalina, pero como había dicho, necesitaba el agua fría para despertar y no quería entrar a su limpia cabaña con toda su suciedad encima.
— … Mi ropa limpia, mis toallas — Se llevó una mano a la cara al caer en cuenta de su error. Había hecho las cosas como si ella no estuviera dentro. Terminó acercándose a la ventana cercana a la cocina y a la regadera, abrió esta para asomarse y ver hacia la sala donde esperaba poder encontrarla a ella. Recargó uno de sus brazos en el marco de la puerta, revelando que tenía unos inusuales, y hasta cierto punto grotescos, tatuajes que eran una mezcla de garabatos con forma de ojos. No tenía piel desde sus manos hasta sus hombros que no estuvieran manchados con aquel feo tatuaje.
— Pelirroja — La llamó mientras se exprimía el cabello con una mano— ¿Me pasas una toalla? — se asomó mejor por la ventana— Camille?
Abrió sus ojos al darse cuenta que seguía en el baño, podría salvar su humillante situación si se metía corriendo a la cabaña y eso fue lo que hizo. Tomó su ropa sucia y comenzó a caminar lo más rápido que pudo entre temblores, se aseguró de que ella no estuviera fuera cuando abrió la puerta principal y entró sin preocuparse mucho por estar mojando el piso. Su único objetivo era llegar al segundo piso de la cabaña lo antes posible.
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Post by Camille Marcet on Jun 3, 2022 5:24:04 GMT
En silencio y con algo de prisa, se abrió paso hasta el baño de la cabaña, los acabados en madera y el sosiego del bosque le darían a la pelirroja un momento tranquilo.
Acomodó sus cosas en el baño mientras dejaba correr el agua y que esta subiera la temperatura. Se tomó su tiempo para darse un baño, disfrutando de lo reconfortante que era el agua después de los azotes sin piedad del vendaval. Lavó únicamente su cuerpo y rostro, no quería abusar por completo del tiempo como para ponerse a lavar su largo cabello.
Organizaba en su cabeza el como funcionarían ahora sus días y pendientes tras el inesperado accidente de su auto cuando escuchó un grito proviniente de afuera de la cabaña, suponiendo que era Carrey se digno a solo negar riendo un poco mientras terminaba de ponerse su rutina de cuidado personal. Cremas, serums, geles y unos minutos de cepillado de su melena escarlata bastaron para llenarla de energía de nuevo, enfocándose bastante en cubrir sus ojeras hechas por jornadas pesadas en urgencias y lamentos por las noches sensibles.
— Bien, creo que es todo — se habló a si misma cerrando su bálsamo al último para botarlo a su cosmetiquera.
Dejo colgada sus toallas para que se secaran y se dispuso a salir del baño seguida de una ligera onda de vapor tras ella. Se había colocado una pijama que la resguardaba lo suficiente del frío y le brindaba comodidad. Iba con la mirada algo baja cargando de regreso su maleta pero el sonido de las tablas del suelo y la prisa de una silueta la hicieron prestar atención.
...
Un jadeo de sorpresa se hizo escuchar justo en el momento en que el pelinegro se iba a escabullir por la escalera, viéndole completamente desnudo. En su rostro no cabía la sorpresa, dejó caer su maleta llevándose ambas manos al rostro para ocultar sus ojos.
— ¡Lo siento! ¡Yo no sabía-! — toda su cara se había tornado en un rubor intenso por la sorpresa.
A pesar de su profesión, para ella, una cosa era ver en perspectiva médica el cuerpo y otra de la manera más íntima, siendo este el caso pues saltó de inmediato el que hace unos momentos las palabras del chico habían sido bastante acaloradas - siendo más bien malinterpretadas -. Ahora la imagen de Carrey desnudó rondaría por la cabeza de la doctora dentro de sus primeras impresiones del joven.
Con la mirada clavada al suelo se cruzó entre la sala y la cocina para buscar algo de hielo para el golpe del hombre, tal vez si enfocaba su atención en la parte médica podría dejar esa imagen.
— B-buscaré las cosas para atender|o — quería evitarle la mirada por unos minutos en lo que su piel pálida desvanecía la pena de su rostro.
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Post by Carrey on Jun 4, 2022 2:31:41 GMT
No había visto que la chica salió antes de lo esperado, por lo que su presencia no fue para nada esperable. Su cerebro por un momento no supo cómo reaccionar, por lo que se quedó estático en la subida de las escaleras, fueron unos tres segundos que sintió eternos y fue hasta el final que decidió cubrirse su entrepierna usando la ropa que cargaba con él. Su cara se marcó con una mezcla de desagrado y vergüenza por la situación, pero esta expresión poco tardó en volverse más sonriente, ya que no era un personaje con mucha vergüenza. — ¡No me mires! — Le gritó con una falsa voz de pena, incluso sonando más agudo, además de que adornó su drama falso con unos gritos agudos, que por la voz que se cargaba no le salieron tan bien — J uro que es el frío, no es tan pequeño! — Siguió bromeando entre carcajadas en lo que terminaba de subir los escalones a zancadas que abarcaban entre dos o tres, pues quería llegar hasta arriba lo antes posible— En mi pueblo esta sería razón suficiente para casarnos, Camille! — Le gritó desde arriba, ya habiéndose perdido de su vista. Estando en el segundo piso lanzó la ropa sucia al cesto y él se dejó caer en la cama, al comienzo boca abajo, pero poco a poco se fue acomodando boca arriba. Al final había logrado burlarse un poco de su incómoda situación y si bien la idea de que viera su trasero desnudo era lo que menos le importaba, no pudo evitar poner gesto asqueado, al mismo tiempo que pasó sus manos por sus propios brazos, encima de esos inusuales tatuajes que asimilaba ojos garabateados. — No te preocupes, puedo usar magia para arreglar mis heridas… —Le habló alto desde la cama, con una voz más seria, mientras pasaba a recargar su antebrazo sobre sus propios ojos. “Cero y van dos, primero la indirecta accidental y ahora esto…” °
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°
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Incómodo por el encuentro de hacía unos minutos, tardó un poco en animarse a bajar de nuevo. Se cambió tomándose su tiempo para dejar que el mal momento se enfriara un poco. Se vistió; con un suéter azul marino oscuro, shorts largos y calcetines negros; cepilló su cabello e incluso acomodó una que otra cosa ahí arriba por si en algún momento se daba la necesidad de prestarle su cama. Dejando listo todo bajó de nuevo y rápido giró su mirada por la cabaña para buscarla a ella, esperando que no hubiera terminado huyendo por su espectáculo. Estando abajo de nuevo caminó directamente hasta la sala para poner algo de música en un volumen agradable, pensó en que podría poner pero al final dejó al azar toda su música favorita. Complacido con aquello, se movió hasta la chimenea de la sala para prenderla usando algo de leña que tenía apartada para esta. Suspiró pesadamente al mismo tiempo que se dejó caer sobre la cómoda y afelpada alfombra, donde se sentó piernas cruzadas mientras acariciaba el “pelaje” blanco y grisáceo, era artificial, pero parecía la piel de algún animal de las nieves. Tenía algo de frío por su intrépido baño y el hecho de que su cabeza seguía empapada y eso empezaba a mojar su espalda un poco, pues como buen hombre, no parecía saber secarse el cabello, así que sin entender el origen de ese frío, como un gato se quedó frente a la chimenea en lo que agarraba calor de nuevo. — Bueno, tendrás una anécdota muy tonta que contar al final para cuando regreses a casa… — Habló bajo, sin voltear a verla— Una disculpa por estarte haciendo pasar por esto... Limpie mi cama, le cambie las sabanas por si deseas tomar una siesta — Echó sus manos hacia atrás para quedar más cómodo al mismo tiempo que su cuerpo se sacudía un poco gracias a un tosco escalofrío.
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Post by Camille Marcet on Jun 4, 2022 3:41:35 GMT
Estaba que no se lo podía creer, ¿En qué clase de situación se había metido?, Dentro de las mil y un maneras de conversar e interactuar con otras personas que le había enseñado su madre, esta definitivamente no entraba en ninguna de las categorías.
¿Cómo se suponía que debía actuar en esa situación? Nadie le había enseñado. Era como un pequeño robot sin programar en esos instantes.
No quería regresar la vista y toparlo de nuevo, no quería incomodarlo a él, quedándose en la cocina buscando algo congelado para su ojo.
— ¡Esa es mucha información! — por mucho que quisiera regresar a la calma sus comentarios solo la hacían enrojecer de nuevo — ¡No me estás ayudando, Carrey! ¡Shh! ¡Entonces que no se enteren en tu pueblo, será un secreto! —
Sin darse cuenta, ya fuera de manera intencional o no por parte de él, la pelirroja había dejado de hablarle de "usted" y dejando aflorar reacciones menos robóticas o sin sentimientos. De cierta forma estaba jugando en acto de imitación con él.
— ¿Magia? — pregunto en un murmuro que iba más hacia ella.
Dejó aquella bolsa de hielo en el congelador, perdiendo su mirada en el vacío, no supo cuánto tiempo paso pero al escucharlo bajar del segundo piso su mirada se clavó en su espalda notando la humedad de su cabello, haciéndola negar un poco.
Se encaminó de regreso al baño, escuchando la melodía conforme caminaba de vuelta con una toalla nueva de él entre sus manos. No preguntó, ni respondió al instante a sus palabras.
Aquel instinto por parte de la chica salió a flote, sentandose en el sillón detrás de él, con una pierna recogida y la otra extendida hacia un lado, dejó caer la toalla sobre la cabeza del pelinegro, dedicándose a secar su cabello.
— No te disculpes... Será la anécdota de como casi me casé con un chico desnudo en el bosque — bromeo un poco para suavizar el ambiente.
Si bien Camille parecía más relajada al hablar, aún tenía la barrera de la toalla para no tener que enfrentarse cara a cara. Era una mujer rara, desconfiada pero no era mala... Solo alejada de ser ella misma.
— Mírate, estás temblando cuál chihuahua. Parece que de verdad quisieras enfermarte — le comentó pasando sus manos con alargados dedos por toda su cabeza con la toalla. — Quizá más tarde te tome la palabra para descansar un poco pero... Mencionaste que podías curarte con magia — expresó su curiosidad — ¿En verdad puedes hacerlo?... Y... Esos tatuajes —
No solo se había percatado de su cuerpo desnudo corriendo por la cabaña, sino que apenas pudo ver los tatuajes que decoraban gran parte de su piel.
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Post by Carrey on Jun 4, 2022 4:41:34 GMT
Inhaló profundo por la nariz y exhaló por su boca para relajarse, dejando que el agradable calor que empezaba a emanar la chimenea se impregnara en su tensa piel erizada. Miró de reojo a la pelirroja que se había metido en el baño, algo que no se cuestionó mucho, pues asimiló que necesitaba usarlo, o bien, quería seguir escondiéndose de él por su tontería. “Carrey… No recuerdo haberme presentado con ella”, pensó para sí mismo, notando que una vez más había salido y de hecho venía hacia él con una toalla en la mano, objeto que sí lo había confundido.
— Que… — No alcanzó ni a formular su pregunta cuando sintió que le había tirado encima de la cabeza la toalla— Eh… — Se mantuvo estático y confundido al comienzo, pero sus palabras y el movimiento de sus manos le dejaron en claro sus intenciones. Soltó una baja risa y aunque al comienzo se mantuvo tenso por no saber cómo tomar aquello, fue recargándose y acomodándose más cerca de ella y del sofá.
Rio bajo a sus bromas, al menos ahora estaba más relajada para aquello y por la confianza que había tenido para ofrecerse a secar su cabeza, asumió que no lo había tomado tan mal como se había estado mentalizando — Solamente fue un escalofrío y puede que haya algún fantasma que pasó cerca. Soy alguien bastante saludable — Movió su mano derecha en ademán de orgullo, aunque hizo una pausa bastante larga tras esas palabras— Al menos en ese sentido…
Se mantuvo a merced de la pelirroja todo el rato, él con la mirada al fuego, dejando que secara su cabello, pero conforme fue avanzando el tiempo, comenzó a darse cuenta de que —aparte de ser sumamente agradable— era algo un tanto peligroso, ya que empezaba entrecerrar sus ojos. Estaba cansado y estresado desde hacía horas y esa combinación entre ella y el agradable calor, estaban siendo suficientes para tentarlo a querer irse a la cama junto con ella para que siguiera haciendo eso.
Fue la misma joven quien lo hizo alzar la mirada de nuevo y verse más despierto gracias a su pregunta, incluso poco a poco se fue girando lo que rompió el gesto que estaba teniendo con él. Quedó ligeramente ladeado aun en el piso, recargó uno de sus brazos sobre el sillón, junto a ella y aunque se cuestionó un poco al comienzo, recargó su mano sobre uno de sus muslos, enseñándole así su palma superior que tenía ese extraño tatuaje también; un ojo garabateado.
— Esto es una fea marca de nacimiento, por así decirlo, difícil de explicar… Y si, magia — Sonrió maldoso— La magia existe. Y no hablo de esa que te venden los “videntes” y gente rara de la calle, muchos la tenemos, pero pocos la experimentamos — Mantuvo su rostro alzado para verla a los ojos en todo momento— Gracias a la tecnología y las leyes mágicas, se volvió un poco inútil, porque… Para que gastarías tu tiempo moliendo hierbas y raíces, secando escarabajos y lagartijas, gastando tu magicka y moviendo las manos de formas raras, cuando puedes simplemente tomarte unas ibuprofeno — Suspiró con clara decepción— Y aquello que la ciencia no puede lograr aun, adivina que… Es magia prohibida y magia negra, bueno… Aun más prohibida —Bajó un poco su mirada con eso último.
— ¿Quieres ver? — Alzó de nuevo sus zafiros para clavarlos en los de ella, dejando expuesta su malicia e intenciones de querer arrastrarla a aquello— Por cierto, Carrey es solo un apodo por mi apellido; Carroll. Mi nombre real es Yuga Carroll, pero creo que tenemos suficiente confianza ya para que me llames como quieras… —Le sonrió de manera coqueta.
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Post by Camille Marcet on Jun 6, 2022 3:45:44 GMT
Soltó un resoplido divertido al escuchar sobre lo confiado que estaba respecto a su salud. — Es bueno oír eso, entonces no tendrías que hacer muchas visitas a mi consultorio o alguno de mis colegas — hablaba con tranquilidad tras aquella toalla que lo ocultaba de su mirada. — Y esperemos que no sea el fantasma de mi coche el que sentiste, sería una verdadera pena; aunque podríamos quemar algunas hierbas para alejarlo y limpiar el lugar de espíritus. — termino por bromear en un tono bajo. El sosiego llegó a la cabaña, la chimenea cediendo algo de calidez a ambos. Camille secó con dedicación y paciencia aquel cabello azabache en silencio hasta que sus preguntas y reacciones la hicieron detenerse en su actividad. Tenía la mirada bien clavada en la azulada pero eso duro un par de segundos antes de que la bajara hacia su mano ahora recargada en su muslo. Entrecerrando los ojos por una inseguridad y su mente carburando en el momento se enfocó solamente en el tatuaje - más bien marca - para analizarlo detenidamente. “Solo te está enseñando lo que preguntaste” Continuamente se lo repetía para no malinterpretar más gestos aquella noche. No apartó su mano, pero si llegó a tomarla sin llegar a tocar el tatuaje con sus dedos, solamente tomándolo de la palma. Momentos antes había sido demasiado rápido el verlo pasar con los tatuajes descubiertos con detenimiento, pero si logro divisar la gran cantidad de "tinta" alrededor de su cuerpo. Levantó su mirada con curiosidad por sus comentarios. — Los medicamentos han facilitado muchas cosas para los humanos, pero en algunas partes no se ha perdido del todo. — mencionó bastante bajo. Asintió honestamente interesada en el chico, pues a ella le habían enseñado a vivir ocultándose y él... Ofreciéndole ver cuándo era ante sus ojos, una extraña. — Yuga Carroll — repitió después de él para cerciorarse de recordar el nombre... Aunque claro, después de todo lo que habían pasado en cuestión de una hora o a lo mucho dos, estaba más que claro que no se olvidaría de él. — Creo que me quedaré con Carrey, mi héroe de la noche — sonrió negando — Suena bastante cálido a mi parecer — tomo una breve pausa para quitarle la toalla de encima, ya buscaría colgarla para que se secara adecuadamente. — ¿que me enseñarás? — le pregunto viéndolo a los ojos, dejando su mano de lado para retirarla de encima para poder sentarse en la orilla del sofá esperando atenta.
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Post by Carrey on Jun 7, 2022 23:09:48 GMT
Movió su cabeza de un lado a otro, en una especie de negación pero esta para nada convencedora, además, por sus ojos abiertos y las cejas alzadas de esa manera, se delató y dejó ver que tal vez si necesitaba algún tipo de intervención médica. Y era cierto, tal vez no a simple vista, pero sí que tenía algunas cosas arrastrando por ahí, pero era imposible que fuera a funcionar. Casi sintió la depresión llegando a su ser por pensar en aquello, pero la broma sobre “el fantasma” lo sacó a tiempo y en su lugar hizo que le rodara los ojos a la pelirroja, bufando un poco. — Shhshh, mujer, no te burles de mis hierbas quemadas… Te sorprendería lo que pueden hacer — Miró hacia otro lado, ofendido por sus palabras— Tú tienes algún tipo de experiencia, ¿no es así?... Se te nota, además no te ha sorprendido ni una vez… — Comentó bajo, mirando su rostro de nuevo. Sintió como apartó la toalla de su cabeza, dejándolo con su —ya de por sí cabello despeinado— aún más alborotado. De hecho viéndolo bien… Estaba muy mal cortado. El hecho de que ella pasara un rato secándole la cabeza, había sido un gesto agradable, por lo que se quedó con una ligera sonrisa y una mirada tranquila que le robó cuando sintió que apartó su mano, algo que la hizo cerrarla y apartarse un poco de ella. “¿Muy cerca? Talvez”, se cuestionó al mismo tiempo que empezaba a ponerse de pie, tanto para romper la cercanía, como para invitarla a que lo siguiera. — Carrey… Es el apodo que me puso la niña que escuchamos en la radio — Sonrió con cierta ironía en su expresión— Decidió bautizarme, por alguna razón que desconozco y desde entonces soy Carrey… A ti te gustó, como a muchos otros, supongo que algo sabe esa mocosa — Negó con su cabeza. Se levantó del sillón haciéndole a ella una seña con su mano para que lo siguiera y mientras se adelantó, caminando hacia lo que sería el baño, pero no directamente a este, si no a una pintura vertical que estaba a un lado y que en altura, era casi del tamaño de ella. El escenario del cuadro era muy parecido al bosque en el que se encontraban; montañoso, con árboles muy altos, pero casi nada de pinos y con la iluminación de una amanecer. Tenía un marco de madera con unos extraños símbolos rodeándolo, que si bien a simple vista se miraban como decoración, en verdad se trataba de runas mágicas, delatando que, el cuadro era solo un objeto mágico encantado que escondía algo más. Con su dedo índice “dibujó” en el centro del cuadro algunas figuras, aunque esto al aire, se veía como si más bien tocara la pantalla touch de algún dispositivo. Miró de reojo algunas de las runas conforme hacía aquello y cuando por fin se detuvo, lentamente el cuadro comenzó a volver la imagen borrosa hasta que el escenario cambió por completo a la pintura de una puerta que eventualmente también se convirtió en una real, está también rodeada de las mismas runas en su marco. — Pase usted — Abrió la puerta para ella y la invitó a pasar con su otra mano. De primera instancia, se pudo ver unas escaleras de madera que bajaban, parecido a un sótano, pero sin llegar a ser muy profundo. Conforme comenzaron a bajar se volvió un poco más lógica la ubicación de la cabaña, pues haciendo memoria podía caer en cuenta que estaban adentrándose hacia la montaña que anteriormente había bajado para llegar. Contrario a la cabaña, estaba iluminado mágicamente con llamas azuladas que aluzaban su camino conforme bajaban pero estabas daban una iluminación fría parecida a la de un foco, más que la luz tenue del fuego. Apenas llegando al final de las escaleras, con lo primero que se toparon fue con una puerta abierta que daba hacia lo que parecía una farmacia antigua, sin perder aún ese aire rústico y bohemio que también tenía la vivienda del pelinegro. La habitación era amplia, pero llena de muebles que la hacían sentirse más apretada; muebles que iban desde el piso hasta el techo, con cajones por doquier, algunos rebosantes de contenido que ya se asomaba, siendo plantas y flores lo que más abundaba en ellos. Había muchos anaqueles también que exponían diferentes cosas, desde de vidrio y plástico, vacías o con contenido, hasta herramientas de trabajo que llegaban a parecer accesorios de cocina. En algunos había pociones que si bien no funcionaban como en los cuentos o juegos, no dejaban de ser un conductores mágicos. Libros no había muchos, pero sí uno que otro, con tamaños extremos por ser o muy pequeño, o tomos tomo grande y grueso, claramente todos más viejo que ellos dos juntos. Uno en especial de buen tamaño se encontraba sobre una mesa dejando ver la receta de algo y a su lado tenía los ingredientes que pedía, algo en lo que había estado trabajando y que ahora acomodaba en su lugar para desocupar la mesa. Aparte de un montón de objetos raros, especiales para alquimia, también había un rincón donde lo que resaltaba eran piedras de todo tipo; rocas, piedras preciosas, polvos creados a partir de moler las mismas piedras e incluso gemas valiosas como lo era unos trocitos de diamante en una caja de cristal. Ese rincón en especial es el que gritaba “aquí hay mucho dinero”. Había otras tres puertas en el corredor, dos de estas abiertas y una al fondo cerrada, que era la única de un material distinto a la madera; metal. Las abiertas dejaban ver lo que parecía ser un estudio, ya que si bien no se habían dirigido como tal a ese lugar, se apreciaba fácilmente un escritorio y librerías al rededor, además de un caballete con una pintura encima, está a medio terminar, pero arruinada por completo por un ojo enorme encima, mal pintado y con pintura negra. La otra puerta daba a un baño, nada fuera de lo común y la tercera, estaba completamente sellada y sin posibilidad siquiera de darse una idea de que había ahí. — Bienvenida a mi cueva de hombre… — Rió con ironía mientras entraba. Apenas se adentró con ella al lugar para directamente buscar algunas cosas y sentarse frente a una mesa después de limpiarla, esta tenía un pequeño espejo y algunas cosas que empezaba a reacomodar también. No le prohibió nada y dejó que ella explorara el lugar a sus anchas en lo que molía unas cosas en un mortero. Ahí abajo incluso había un vaso y un plato sucio, dejando en claro que no hacía mucho había estado en ese lugar— Cuidado con lo que toques u olfatees, nada te va a matar… Creo — Musitó eso último— Pero hay mezclas que pueden tener efectos; sueño, excitación, hambre, ganas de llorar, felicidad descontrolada, adrenalina, ganas de vomitar, etc… Tenga cuidado doctora — Habló un poco más serio esta vez.
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