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Post by Camille Marcet on Dec 7, 2022 6:37:07 GMT
Enderezó su espalda después de dejar la ropa lo mejor doblada posible sobre el sofá de la sala al escucharlo, estaba distraída y se notaba tanto en su mirada como en la torpeza de reacción de la pelirroja. Igualmente habían pasado demasiadas cosas en menos de un día completo, el viaje, el auto, una casi caída de la bajada a la cabaña, la poción y el "encuentro" disperso. A pesar del tiempo que se había tomado del trabajo, su estadía en el "resort" no había sido lo más reconfortante, no por que fuese un mal lugar o que le hubiese ocurrido algo malo, sino que su corazón estaba hundido y su mente no lo dejaba salir a tomar un respiro. Siempre un castigo. Fuese consciente o no de lo que hacía, era algo que tenía tatuado en la piel. — Lo siento, en seguida voy — caminó hasta la pequeña mesa apenada para tomar asiento. — Así está perfecto, gracias — comentó colando un mechón pelirrojo detrás de su oreja viendo el banquete que le había servido Carrey. El ambiente del bosque, lo fresco del clima, comida casera y una compañía curiosa brindaron ligereza a su cabeza, como cuando se bebe alcohol, los problemas y rutinas se ven alterados de alguna manera, sacándolas de la mente aunque no fuese de manera permanente. Su nerviosismo se convirtió en una sonrisa más amplia y tranquila, buscando la mirada azulada del moreno entre una risa honesta. — Vaya, cuando mencionaste fruta, realmente creí que el desayuno sería solo la fruta y la bebida, no un desayuno completo... Bueno o solo es una mala manía mía de la fruta y café antes de entrar a mi turno — negó aún sonriendo — Estás siendo una verdadera caja de sorpresas... gracias — tras agradecer dio sus primeros bocados, estaba hambrienta y no escondió mucho aquella necesidad. Estaba intentando arduamente dejar aquellas voces tormentosas de lado, lo había logrado antes, pero era difícil repetirlo después de una primera vez. Procuró concentrarse en su hambre, tomando un momento para dejar sus cubiertos de lado. — Está delicioso, en verdad agradezco el que te hayas detenido a ayudarme en la carretera... no había comido algo tan completo en varios días a pesar de mis "vacaciones" — dejó caer sus hombros bajando la mirada con una sonrisa. — Una lástima que estés hasta este punto en la montaña solo, un desayuno de estos me vendría muy bien al terminar guardias. —
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Post by Carrey on Dec 8, 2022 3:40:35 GMT
Arqueó una ceja tras escuchar otro “lo siento” por parte de ella… ¿Cuántos había dicho ya desde que despertaron? ¿Unos tres? No es que se los estuviera contando, pero la cantidad y en el momento que habían sido, le había dejado una impresión, por así decirlo. Tomó su termo para dar un trago al café, sonriendo debajo de él cuando ella se acercó por fin. Apenas bajó su bebida a la mesa, negó con la cabeza y su mano libre, dejándole ver su desaprobación a ese nuevo “lo siento”.
Basta, no necesitas disculparte por todo —le dijo tajante, sin querer— Esto no es un hotel o tú trabajo con horarios, siéntete libre de hacer lo que gustes… Mientras no dañes algo, claro está —sonrió llevándose un bocado de comida a la boca.
Acompañó a la pelirroja en comer, aunque contrario a ella, era más rápido en su masticar y beber. De vez en cuando cruzó mirada con ella o se quedó viendo sus educados modismos al comer, contrarios a los suyos, que si bien no era una bestia al comer, ni siquiera usaba cuchillo para cortar las cosas y prefería pelear con con su tenedor para cortar las cosas.
No pasó desapercibido lo que dijo, al contrario, se quedó mirándola en silencio al desahogarse sobre sus hábitos alimenticios, que una vez más iba de la mano con algun horario. Igual, no dejó pasar su halago, mostrándole una sonrisa con toques arrogantes y una expresión bromista de “obviamente”. Aunque honestamente, no tenía idea si en verdad cocinaba bien o mal, siempre había preparado cosas así, pero estaba feliz de que al menos a ella le gustara… O estuviera siendo amable al respecto.
— Gracias… —sonrió de forma más tranquila.
Tuvo las intenciones de continuar con alguna broma, pero las palabras tranquilas y amables de ella, por alguna razón le dieron una sensación de melancolía y fue ahí donde lo recordó… Su esposo ya no estaba. Ese recuerdo borroso lo hizo casi atragantarse con el sorbo de café que acababa de dar, pues junto con el recuerdo, fue inevitable un vistazo a lo que habían hecho la noche anterior y como extra, fuera inconsciente o no, las palabras de la pelirroja habían sido bastante directas para él.
— Mierda… —tomó apresurado una servilleta para limpiar un poco lo que había escupido por accidente— ¿Acabas de insinuar que quisieras que estuviera cerca para ir a visitarme? —preguntó mirándola al rostro, con una sonrisa pícara y una ceja arqueada.
Temiendo que sus palabras directas y burlonas pudieran asustarla, sujetó una de sus pálidas manos para que le prestara atención. Mantuvo su sonrisa, pero ahora fue él quien poco a poco cambió a una expresión más desanimada, que combinaba con la suya, esto incluso si seguía viéndola directo a los ojos y con una sonrisa a medias.
— Es algo que no puedo corresponder… —hizo una pausa, mirando hacia un lado— De forma muy resumida... Estoy maldito, como te habrás dado cuenta ya —señaló los ojos que decoraban la mano con la que sujetaba la de ella— No puedo estar entre las personas por mucho tiempo porque puedo dañar a alguien… Y por lo mismo, tú no debes estar tanto tiempo aquí —agregó mirándola con seriedad a los ojos— Pero… Incluso si es egoista despues de lo que acabo de decir, quisiera que te quedes un día más conmigo… Y mañana volver a tener una vida normal, como si esto jamás hubiera pasado —agregó lo ultimo bajando un poco la mirada, sonriendo con incomodidad.
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Post by Camille Marcet on Dec 8, 2022 6:36:17 GMT
Una sonrisilla se asomó cuando insistió que tenía aquella libertad en la cabaña a pesar de su accidentada curiosidad en el cuarto de trabajo del moreno, asintiendo y levantando ambas manos en señal de rendirse en aquel punto. Era involuntario, una reacción a la que estaba acostumbrada, le era difícil dejarlo de lado pero al menos lo intentaría, total, no había alguien que la reprendiera o estuviese al tanto de las cosas que había estado haciendo.
Sin embargo no pudo evitar sobresaltarse y regresar la vista de inmediato a él cuando lo escuchó atragantarse. Parte de su instinto médico fue casi levantarse de golpe a ver que estuviera bien y hacer algo al respecto pero no terminó de removerse de su asiento cuando vio que estaba bien; siendo ahora ella la sorprendida por él por aquella pregunta. "¡¿Se escucho así?!" pensó sintiendo el calor subiendo por sus mejillas apenada pero sin tener donde esconderse o huir de esa sonrisa coqueta.
Su mente estaba carburando a mil por hora cuando el tacto del moreno frenó su inquieta consciencia para verlo directo a tejer de nuevo ese lazo entre miradas. El rubor fue bajando a medida que escuchó sus palabras, pues el tono de la conversación se había tornado más serio, la noche anterior le había fallado con aquello pero esta vez no sería así. Prestó atención a cada una de sus palabras, viendo eventualmente a su mano marcada, hasta cierto punto sintió un desanimo que la hizo apretar suavemente su mano.
— Carrey... — lo llamó en un susurro sin quitarle la mirada de encima por unos momentos. La idea de volver a la ciudad para retomar sus labores era el plan... pero entre su voz y sus gestos, provocó una sensación en la pelirroja, una necesidad más allá que su labor médica.
— Me quedaré un día más contigo — terminó por contestar segura, en su mirada se veía determinación e incluso colocó su otra mano sobre la de él que la sostenía, ambas apretando un poco, como un abrazo con intención. — Prometo no abrir más frascos que se me crucen de frente de manera irresponsable — comentó sonriendo ligeramente con un tono burlón para si misma, bromeando para ser ahora ella la que sacudiera esa incomodidad del rostro de Carrey.
— Si puedo hacer que aunque sea estos días sean diferentes para ti en este confinamiento, lo haré — Una sonrisa sincera y cálida se dibujo en su rostro acariciando las manos del pelinegro, incluso fue un gesto de apoyo muy maternal proviniendo de ella.
Si esto era un último gesto de que pudieran ambos romper un día con sus respectivas condenas, quién era ella para negárselo. Había estrujado su corazón el encontrarse con alguien igual o incluso más solitario que ella.
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